Historia

Las aguas de Fitero han sido utilizadas con fines terapéuticos desde la época de los romanos, en el siglo II a.C.

El agua termal, fuente de vida y salud, emana desde entonces de las profundidades de esta tierra, aflorando en dos manantiales que a día de hoy dan lugar a uno de los balnearios más importantes de Europa.

En 1157 las termas fueron donadas al Monasterio de Fitero por el Rey Sancho III de Castilla. Siglos más tarde, concretamente en el año 1507, fueron destruidos y saqueados, aunque se reconstruyeron rápidamente y fueron regentados por el matrimonio formado por don Pedro Navarro y doña Ana de San Juan desde finales del siglo XVI. 

El 24 de junio de 1600 se produjo el nacimiento en el balneario de D. Juan de Palafox y Mendoza, quien llegó a ser Virrey y capitán de la Nueva España, Arzobispo de México y Obispo de Burgo de Osma. Dada la importancia del acontecimiento, los Baños Viejos cambiaron su nombre a Virrey Palafox en 1728, permaneciendo hasta nuestros días.

Ya entrado el siglo XIX, en 1805, se levantó un edificio para acoger a los soldados del Regimiento de Caballería de Borbón. Durante la Guerra de la Independencia, el edificio fue utilizado por las tropas francesas como hospital para sus heridos y enfermos, hasta octubre de 1813. Tras su paso, el edificio quedó muy deteriorado, por lo que se decidió reformarlo.

Con la Desamortización de Mendizábal en 1836, los monjes abandonaron definitivamente el Monasterio, transfiriendo la propiedad a un particular.

En 1837 el Balneario pasó a manos de D. Juan José Aréjula, vecino de Tudela, quien ya había tenido la custodia del mismo años antes. En 1823 lo compró por un millón y medio de reales en créditos contra el Estado, aunque al poco tiempo se lo devolvió a los monjes. 

Pocos años después, en 1846, se iniciaron unas obras mineras que confirmaban las sospechas de la existencia de otro manantial termal en torno al cual se levantaron los Baños Nuevos, actualmente Balneario Gustavo Adolfo Bécquer, que recibe el nombre en honor al poeta sevillano, quien se trasladaba asiduamente al balneario para someterse a su cura termal. Allí compuso dos de sus leyendas más reconocidas: “El Miserere” y “La cueva de la Mora”. En 1847 se inauguró el primer inmueble nuevo, si bien los planos del gran edificio datan de 1868.

En 1909 se constituyó una sociedad que agruparía a las dos que gestionaban las propiedades de los Baños Viejos y Nuevos.

Tras unas gestiones iniciadas a final de ese año, en junio de 1910 se completó la unión y la explotación de los dos balnearios quedó en manos de una sola sociedad, Baños de Fitero S.A.

Las bondades terapéuticas de las aguas del Balneario de Fitero han atraído a los más ilustres personajes de cada época. El poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, el noble Don Juan de Palafox, el papa Benedicto XV o el famoso diseñador Cristóbal Balenciaga son algunos de los más reconocidos. No en vano, en 1973, los hoteles viejo y nuevo fueron renombrados bajo las denominaciones “Virrey Palafox” y “Gustavo Adolfo Bécquer” en honor a estas dos ilustres personalidades.

En la actualidad, las instalaciones del Balneario combinan restos originales de la época romana con unas instalaciones y servicios renovados, adaptados a todo tipo de visitantes en busca de una experiencia única de salud, ocio y bienestar. Todo ello en medio de un entorno natural privilegiado.